martes, 1 de julio de 2008

Juventud, divina maldición

Juventud, divino tesoro
ya te vas para no volver...

La juventud es relativa. Fuera del cliché de que un viejo puede tener el alma de un joven, ésta puede ser, como indica Rubén Darío, un divino tesoro. Es en esta etapa que nos desarrollamos plenamente. Ideamos lo que determinará el resto de nuestra vida. Planificamos la mitad de nuestra vida. Pero, al ser relativa, la j. no es solo un tesoro. En ese transcurso de la vida, los momentos que marquen profundamente ese corto lapso puede devenir en una trilce maldición. Maldición que por lo general es momentánea, pero duele.

Cuando uno es joven, cree que puede lograrlo todo. Y cuando no lo logra, se siente devastado. El principio y el fin del mundo están a un paso. ¿No se trata la juventud del hecho de crear el mundo perfecto, usando diversas técnicas que pueden funcionar o no? Uno puede creer tener el mundo perfecto con la enamorada (o). Pero te deja, el "amor" acaba y el mundo de uno debe volver a armarse. Es común en ese entonces buscar motores en todos lados. Amor, estudios, marihuana. Pero ninguno resulta perfecto. El amor puede acabar, se puede sentir inseguridad al estudiar, y el último elemento es el más estúpido de todos, no sé porque lo mencione, hagan caso omiso, no sirve para crear un mundo, solo para una destrucción perpetua.

En la juventud, divina maldición, la creación del mundo es constante. Y al no poder crearse la utopía que uno desea (jamás!!) al joven solo le queda reciclar lo aprendido de los fracasos, de los efímeros triunfos, le queda resignarse a aceptar que su mundo utópico no se realizará.

Juventud, divino tesoro,
ya te vas para no volver...

De uno depende decidir si quiere conservarlo o dejarlo ir para siempre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ai..la juventud tan deliciosa como venenosa...divina maldicion...

Anónimo dijo...

y regresaste! ya sabras quien soy
"Quiero un romeo y lo quiero YA!"